El pasado 16 de febrero, el músico, cantautor y actor venezolano, Guillermo Dávila, nos regaló una noche mágica que se mantendrá guardada en ese rincón de la memoria donde solo hay espacio para los gratos recuerdos.
Un público diverso, de distintas nacionalidades y procedente de variadas ciudades de Texas, desbordó el Hanovers Draught Haus Pflugerville, para compartir un ameno rato con el reconocido musiquito caraqueño, quien demostró en el escenario no solamente su talento como artista, la calidad y el profesionalismo de cada uno de los músicos que le acompañan en su banda, sino también su cercanía, su sencillez y energía singular.
Al inicio de la velada, el público tuvo el privilegio de disfrutar un show musical a cargo del artista local, Arturo Vera, quien nos ofreció una maravillosa apertura para el espectáculo.
Luego llegó el esperado momento de la noche. Guillermo Dávila subió al escenario y, en un concierto a casa llena, nos brindó una presentación que superó todas las expectativas, con momentos hermosos de cálida intimidad; como el instante en el que invitó a su hijo Guillermo a acompañarlo en tarima tocando la batería, mientras él interpretaba sus famosas canciones.
Esa noche en Austin, Guillermo Dávila nos regaló una experiencia llena de sentimientos y mucha emoción. Un show único donde el cantante y compositor venezolano demostró una vez más que - aunque no se sienta muy cómodo con el título - será por siempre el ídolo de todas las generaciones.
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